Mientras unos cantaban, otros
reían, otros rezaban, los más listos discurseaban, los más alegres bailaban y
los más sentimentales lloraban.
El sepelio de Jairo, el Líder,
era una mezcla de sentimientos encontrados de humanos que disfrutaron de la
alegría contagiosa del ritmo de la música de salsa, de los chistes de cara é
perro, el látigo, y el flaco de carrizal.
De la vozarrona de Jairo
acompañada con el eco y la masterización la complicidad del control de turno
parecía un trueno que se desparramaba por las ondas de radio Rumba y las otras
emisoras en que desfiló y desfilaron sus programas, así como sus fieles
oyentes.
La fiesta del líder, porque
más que un sepelio en donde todo mundo anda acongojado, era una fiesta, en
donde vimos a muchos imitadores de cara é perro echando cuentos, chistes, a otros
más animosos bailando salsa. La excepción eran los familiares más cercanos,
desde luego estaban apesadumbrados, no era para más, con zipote pérdida de
ingresos.
Aún a la hora de sepultar a
Jairo, y durante la homilía, el sacerdote oficiante, Jhon Jairo Betancourt, le
endilgó un nuevo remoquete, otro más a los que ya tenía calificándolo del
PASTOR DE LA SALSA, explicándole con ello a los presentes, esas cualidades de
las cuales nuestro dios a la hora de nacer la persona, lo equipa, lo dota, le
dá una capacidades bendiciendo a cada ser humano.
Eso fue lo que pasó con Jairo,
vino dotado para el humor, la chispa, la salsa, y con esa misma alegría viajaba
para el cielo a alegrar a los que ya se habían ido de primero. Entonces Jairo
aquí en la tierra y allá en el cielo se conoció y conocerá como el Pastor de la
Salsa, según el curato predicador.
También sirvió el entierro de
este salsero, perequero y rumbero, para aprovechar y dar unas lecciones a
locutores de cabina que ahora que son vulgares y tienen un lenguaje soez para
con sus oyentes, lo que no fue Jairo.
Más que un sepelio, lo de
Jairo Paba Salcedo, fue una fiesta, una fiesta de la salsa a las que todos los
que asistimos, lo hicimos gustosos para
rendirle ese tributo de admiración. Hasta siempre, líder. Dedo arriba. Hay Más.-
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